Soy María y soy bióloga y doctora (PhD). Además de interventora estratégica y coach.
Me fascina tanto el comportamiento como la neurociencia y la psicología.
Acerca de mí, yo siempre fui una niña buena, que sentía que tenía que hacer lo correcto. A pesar de que tenía una gran sensibilidad, escondí mi verdadera Yo para encajar en mi entorno, un entorno que recompensaba mis acciones siempre que fueran excelentes. Rápidamente me volví perfeccionista.
Esta necesidad de hacerlo todo bien, en mi mente no se quedaba ahí, también tenía que ser perfecto lo que ocurriera alrededor. Algo que es imposible.
Pronto empecé a tener los primeros síntomas de dolor, comenzando por una jaqueca tensional que aparecía en momentos puntuales, hasta convertirse, con los años, en una jaqueca tensional constante. Hecho que hacía muy difícil vivir una vida como los demás, pues en cuanto tenía un evento de cualquier tipo, el dolor aumentaba y yo me apartaba.
Me acostumbré a esa vida. E incluso fui capaz de sacar la licenciatura de biología y hacer varios cursos relacionados.
A los 25 años, apareció mi primera crisis de migraña. La superé rápido; pero en poco tiempo, las crisis fueron más frecuentes. La combinación de cefalea tensional y migraña no me permitían disfrutar de la vida ni apenas trabajar. El dolor iba en aumento y emocionalmente no estaba bien. A los 29 años toqué fondo a mitad de mi tesis doctoral. No era capaz de avanzar en el ámbito laboral ni personal. El dolor era incapacitante.
En el momento que peor estaba, un evento me obligó a parar. Tras ese suceso, empecé a centrarme en mí misma. Prioricé mi salud frente a todo lo demás.
Como buena investigadora, comencé a indagar sobre el origen de la migraña desde el punto de vista biológico, lo que a posteriori, me llevó al crecimiento personal.
Era enero de 2020, cuando puse en práctica todo lo aprendido para mejorar y, en un mes, había desaparecido el dolor constante.
Con tiempo y trabajo, la migraña desapareció. Mi vida cambió totalmente. De repente la vida era maravillosa.
Esa sensación me llevó a querer ayudar a otras personas a que salgan del dolor crónico y puedan disfrutar de su vida como quieren. Convertí mi dolor en un catalizador para ayudar a personas con dolores crónicos a recuperar no solo su salud, sino a enamorarse de la vida.
Tras terminar mi tesis doctoral exitosamente, sentí la necesidad de formarme en el ámbito psicológico, ya que la gestión emocional fue imprescindible en mi proceso de eliminación del dolor. Me formé como interventora estratégica y coach.
Mi propósito es que toda persona que decida vivir sin migraña pueda hacerlo, tan solo necesita entender porqué aparece el dolor y qué puede hacer ella para reducirlo y eliminarlo.
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